1
“— ¿Júpiter, el mejor y el más grande?
—Correcto.
— ¿Cuál es el título de Neptuno? —preguntó Percy—. ¿El más guay y el más increíble?
—Precisamente no…—Hazel señaló hacia un pequeño edifico azul del tamaño de un armario de escobas. Una red cruzada con un tridente decoraba la puerta.
Percy echó un vistazo dentro. En un pequeño altar había un plato con tres manzanas podridas y mohosas.
Se quedó de piedra.
—Un lugar de lo más popular.
—Lo siento, Percy—dijo Hazel—. Es sólo que…los romanos siempre han tenido miedo del mar.
Solo usaban sus barcos si era necesario. Incluso en tiempos modernos, tener un hijo de
Neptuno entre nosotros ha sido un mal presagio. La última vez que se unió uno fue… en 1906, cuando el Campamento Júpiter estaba por la zona de la bahía en San Francisco. Hubo aquél gigantesco terremoto y…
—¿Me estás diciendo que aquello lo causó un hijo de Neptuno?
—Eso dicen—Hazel parecía querer disculparse—. De todas formas… los romanos temen a
Neptuno, pero no le quieren demasiado.
Percy miró a las redes en el tridente. Geniales, pensó. Aunque se uniera al campamento, no sería querido. Su mayor esperanza era de asustar a sus compañeros. Quizá si daba lo mejor de sí, le darían unas manzanas mohosas.”
2
“Alcanzó su mochila y sacó el último trozo de comida de su viaje, un panecillo rancio. No era demasiado, pero lo puso en el altar.
—Eh… Padre—se sintió estúpido hablándole a un plato de fruta”
3
“—Ah, hola—dijo Percy—. ¿Estás matando animales diminutos?
Octavian miró el borrón de su mano y se rió.
—No, no. En su día, sí. Acostumbrábamos a leer la voluntad de los dioses examinando los intestinos de los animales, pollos, cabras y todo ese tipo de cosas. Hoy en día, usamos esto.
Le lanzó el borrón a Percy. Era un osito de peluche rajado. Entonces Percy vio un cúmulo de peluches abiertos a los pies de la estatua de Júpiter.
— ¿En serio? —preguntó Percy.
Octavian se bajó del altar. Tenía unos dieciocho, pero era tan delgado y tan pálido que habría podido ser más joven. A primera vista parecía inofensivo, pero mientras se acercaba, Percy no estaba tan seguro de ello. Los ojos de Octavian brillaron con curiosidad, como si hubiera podido destripar a Percy igual de que al osito de peluche si hubiera podido pensar que podría haber aprendido algo de ello.”
4
“Se puso el M16 en la espalda y sacó una bomba de mano. Algunos romanos chillaron. La granada se convirtió en un bolígrafo y Marte comenzó a escribir.”
5
—Aquí dice: “Id a Alaska. Encontrad a Tánatos y liberarle. Volved antes del anochecer del veinticuatro de junio o morid”.
—Sí—dijo Marte—. ¿No está claro?
—Bueno, mi señor… normalmente las profecías son inciertas. Están escritas en acertijos.
Riman y…
Marte dejó caer una granada de su bolsillo.
— ¿Y?
— ¡La profecía es clara! —anunció Octavian—. ¡Una misión!
—Buena respuesta—Marte se guardó la granada—.
6
“—Recordar hizo mi vida después de la muerte más dura—le dijo Frank, que seguía a su lado como un lar morado—. Y por muchas veces que intentara llegar al palacio de mi padre…— señaló al grandioso castillo negro que se alzaba en la distancia—. Nunca pude alcanzarlo. No podía dejar los Campos de Asfódelo.
—¿Viste a tu madre otra vez?
Hazel negó con la cabeza.
—No habría sabido quién soy. Estos espíritus… es como un sueño eterno para ellos, un trance infinito. Esto es lo mejor que pude hacer para ella.
El tiempo perdió su sentido, pero después de una eternidad, ella y Frank se sentaron juntos bajo un álamo negro, escuchando los gritos de los Campos de Castigo. En la distancia, bajo la luz artificial del Eliseo, las Islas de los Bienaventurados brillaban como esmeraldas en un refulgente lago azul. Barcos blancos cortaban el agua y las almas de los grandes héroes disfrutaban de la luz en las playas en una perpetua dicha.
—No te mereces los Campos de Asfódelo—protestó Frank—. Deberías estar con los héroes.”
—Esto es sólo un eco—dijo Hazel—. Nos levantaremos, Frank. Solo parece que sea para
siempre.
—Eso no importa—protestó—. Te han quitado todo en la vida, ibas a crecer convirtiéndote en una mujer hermosa y… —su cara se volvió de un morado oscuro—… te ibas a casar con
alguien—dijo con calma—, podrías haber tenido una buena vida. Lo has perdido todo.”
7
“Frank lo agradeció cuando frenaron.
Ya había vomitado dos veces desde el carro, algo que no era divertido a la velocidad del sonido. El caballo parecía doblar el tiempo y el espacio mientras corría, fundiendo el paisaje y haciendo a Frank sentirse como si acabara de beber una taza de leche sin su medicina para la intolerancia a la lactosa. Ella no ayudaba. No dejaba de murmurar:
—1200 km por hora. 1300. 1312. Rápido. Muy rápido.”
8
“—Eh…—vaciló Hazel—. ¿Quieres decir que… no vas a…?
—Reclamar tu vida—preguntó Tánatos—. Bueno, veamos…
Hizo aparecer un iPad negro de la nada. Tánatos toqueteó la pantalla un par de veces y todo lo que Frank podía pensar era: “Por favor, no me digas que hay una aplicación para llevarse las almas.
—No te veo en la lista—dijo Tánatos—. Plutón me da órdenes específicas para las almas fugadas. Por alguna razón, no ha establecido una orden para ti. Quizá crea que tu vida no ha terminado, o puede que haga la vista gorda. Si quieres hago una llamada y se lo pregunto…
—¡No! —gritó Hazel—. Está bien.
—¿Estás segura? —preguntó Tánatos amablemente—. Tengo una video-llamada activada.
Tengo su dirección de Skype por alguna parte…
—En serio, no—Hazel parecía como si le hubieran quitado cientos de pesos encima—. Gracias.”
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