1
“Ese tal Varys por lo visto cree que tenemos que darle las gracias por la información. Nunca he sabido muy bien para qué sirve un eunuco, a decir verdad. Me parece que son solamente hombres a los que les han cortado las partes útiles.”
2
“—Sí. El mago rojo. He oído que tiene extraños poderes.
«Bueno, tenía el poder de beber tanto como Robert Baratheon, y eran muy pocos los que podían decir eso.» En cierta ocasión Jaime había oído a Thoros decirle al rey que se había convertido en un sacerdote rojo porque las túnicas de ese color ocultaban bien las manchas de vino. Robert se había reído tanto que había escupido cerveza sobre todo el vestido de seda de Cersei.”
3
“—De mi padre me encargaré yo. Os conseguiré el indulto real por todos los crímenes que hayáis cometido, y para ti el honor de caballero.
—Ser Urswyck —paladeó el hombre—. Qué orgullosa estaría mi mujer. Ojalá no la hubiera matado. —Suspiró—.”
4
“«Vuelvo a casa», se dijo. Si era así, ¿por qué se sentía tan vacío?
Cabalgó hasta el amanecer, mientras las estrellas lo vigilaban como ojos.”
5
“—Más nietas. Una se llama Walda y las otras... bueno, todas tendrán nombre, yo qué sé...
—Yo soy Merry, señor abuelo —dijo una niña.
—Lo que eres es una parlanchina. Al lado de Parlanchina podéis ver a mi hija Tyta. Luego hay otra Walda. Alyx, Marissa... ¿Tú eres Marissa? Ya me parecía a mí. No siempre está calva. El maestre le tuvo que afeitar la cabeza, pero dice que el pelo le volverá a crecer. Las gemelas son Serra y Sarra. —Entrecerró los ojos para mirar a una de las niñas más pequeñas—. Je, je, ¿tú eres otra Walda?
—Soy la Walda de Ser Aemon Ríos, señor bisabuelo —dijo con una reverencia la niña; no tendría más de cuatro años.
—¿Cuánto hace que sabes hablar? Qué más da, no dirás nada sensato en tu vida, igual que tu padre. Que encima también es hijo de bastardo, je, je. Lárgate, aquí sólo quiero a las Frey. Al Rey en el Norte no le interesa el ganado sin raza.”
6
“«No es la primera vez que veo acero valyrio», había alardeado el chico. Los septones siempre hablaban de cómo el Padre en las alturas nos juzga a todos.
«Si el Padre tuviera la bondad de caerse y aplastar a Joff como si fuera un escarabajo pelotero, hasta recuperaría la fe.»”
7
«No sabes nada, Jon Nieve», le habría dicho Ygritte.
«Sé que voy a morir —pensó él—. Al menos, eso lo sé.»
«Todos los hombres mueren. —Casi podía oírla—. Y las mujeres también, y todo animal que vuela, nada o corre. Lo que importa no es cuándo se muere, sino cómo, Jon Nieve.»
«Para ti es fácil decirlo —le respondió en su pensamiento—. Tuviste una muerte de valiente, en combate, cuando atacabas el castillo de un enemigo. Yo moriré como un cambiacapas y un asesino.»
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