1
“Cuando Val estaba sentada junto a ellos, la gente pasaba a su lado, pero solo veían a una chica con vaqueros sucios y la cabeza afeitada. Cualquiera de la escuela podría haber pasado a su lado, Tom podría haberse dejado caer a comprar una corbata, su madre podría haber tropezado con una grieta en la acera, y ninguno de ellos la habría reconocido.
Mirando atrás, Val sabía que tenía el hábito de confiar en exceso, de ser demasiado pasiva, demasiado dispuesta a creer lo mejor de los demás y lo peor de sí misma. Y aún así, aquí estaba, cayendo con más gente, lanzándose con ellos.
Pero había algo diferente en lo que estaba haciendo ahora, algo que la llenaba de un extraño placer. Era como mirar hacia abajo desde un edificio alto, cuando la adrenalina te golpeaba mientras te balanceabas hacia adelante. Era poderoso y terrible y completamente nuevo.”
2
“Alguien le aferró el brazo demasiado firmemente. Podía sentir las uñas contra su piel. Dolía. Todo dolía. Val abrió los ojos.
Un joven estaba de pie sobre ella y al principio no le reconoció. Se echó hacia atrás, arrastrándose lejos de él. Entonces vio el pelo negro como la tinta, los labios magullados y los ojos moteados de dorado. Luis estaba al fondo.
—Val, —dijo Luis—. Es Ravus. Ravus.
—No me toques, —dijo Val, deseando que el dolor desapareciese.
Una amarga sonrisa tocó la boca de él mientas sus manos la levantaban.
—Podrías haber muerto, —dijo Ravus calladamente.
Se lo tomó como una señal alentadora de que no se estaba muriendo en realidad.”
3
“—Solo tengo frío, —dijo suavemente. Siempre tenía frío estos días, pero era invierno, así que tal vez no fuera tan raro.
—¿Frío? –hizo eco Ravus. Tomo su brazo y lo frotó entre las manos, mirándoselas después como si lo estuvieran traicionando—. ¿Mejor? –preguntó cautelosamente.
La piel de él se sentía caliente, aún a través de la tela de la camisa, y su tacto era a la vez tranquilizador y electrizante. Se reclinó contra él sin pensarlo. Los muslos de él se separaron, la áspera tela negra arañó contra sus tejanos mientras se acomodaba entre las largas piernas.
Los ojos de él estaban entrecerrados mientras se apartaba de la mesa, sus cuerpos se deslizaban juntos, todavía la cogía de las manos. Entonces, súbitamente, se quedó congelado.
—¿Algo va mal... ? –empezó, pero él se apartó bruscamente.
—Debes irte, —dijo, caminando hacia la ventana y quedándose allí de pie. Sabía que él no se atrevería a correr las cortinas mientras fuera de día—. Vuelve cuando te sientas mejor. No nos hace bien a ninguno de los dos practicar cuando te sientes enferma. Si necesitas algo, yo podría…
—Dije que estaba bien, —repitió Val, con la voz un poco más alta de lo que pretendía. Pensó en su madre. ¿Se le habría insinuado a Tom de esta forma? ¿Se habría apartado él de la misma forma la primera vez?
Ravus todavía estaba vuelto hacia la ventana cuando ella cogió una botella entera de Nunca y la metió en su mochila.”
4
“ Los dos chicos eran gemelos, advirtió Val. Siempre había pensado que los gemelos eran algo escalofriante, como si sólo uno de ellos pudiera ser el verdadero.”
5
“–¿Y ahora de que te sirve tu entrenamiento?
—¿Ravus? –preguntó Val, aunque reconocía su voz.
La otra hada se fue furtivamente, pero Ravus mantuvo los dedos en su cuello.
–Es peligroso estar aquí. Deberías tener más cuidado. Ahora me gustaría que al menos trataras de liberarte.
—Nunca me enseñaste…, —empezó a decir, pero luego se detuvo, avergonzada por como sonaba su voz, como un gimoteo. Le estaba enseñando ahora. Después de todo, le estaba dando tiempo para pensar cuales podrían ser los posibles movimientos. No era como si la estuviera asfixiando. Le estaba dando tiempo para ganar.
Val se relajó, presionando la espalda contra su pecho y amoldándose a él. Sorprendido, él aflojo el agarre y ella se liberó. La agarró por el brazo, pero ella giró y presionó su boca contra la de él.
Los labios eran ásperos, agrietados. Sintió el pinchazo de los colmillos contra el labio inferior. Él emitió un sonido agudo desde le fondo de la garganta y cerró los ojos, abriendo su boca bajo la de ella. El olor de él… a frías y húmedas rocas… hizo que su cabeza flotara. Un beso pasó a otro y fue perfecto, era perfectamente correcto, era real.
Él retrocedió abruptamente, girando la cabeza para no mirarla.
—Efectivo –dijo.
—Pensé que quizás querías que te besara. A veces creo que puedo verlo en ti. –El corazón le retumbaba en el pecho, y le ardían las mejillas, pero se alegraba de sonar calmada.
—No quería que tú… –dijo Ravus. –No quería que lo notaras.
Ella casi se echa a reír.
–Pareces tan conmocionado. ¿No te había besado nadie anteriormente? –Val quería volver a besarlo, pero no se atrevía.
Su voz fue fría.
—En contadas ocasiones.
—¿Te gustó?
—¿Antes o ahora?
Val se forzó a respirar, y exhalar con un suspiro.
—Ambas. Cualquiera.
—Me gustó, —dijo suavemente. Fue entonces cuando Val recordó que él no podía mentir.”
6
“—Lucha conmigo por él. Apostaré su corazón contra el mío.
—Los corazones mortales son débiles. ¿Qué necesidad tengo de semejante corazón?
Val dio un paso hacia ella.
—Si soy tan débil, entonces debes ser una auténtica jodida cobarde para no luchar conmigo. —Se giró hacia las hadas, hacia los ojos de gatos, aquellos de piel verde y dorada, aquellos con cuerpos demasiado estirados o demasiado achaparrados y de todo tipo de proporciones antinaturales—. Solo soy una humana, ¿no? No soy nada. Desaparecida en el suspiro de una de vuestras bocas, eso es lo que dijo Ravus. Así que si tenéis miedo de mí, entonces sois menos que eso.
Los ojos de Mabry brillaron peligrosamente, pero su cara permaneció plácida.”
7
“Ravus yacía en medio del suelo, ya no de piedra, su piel estaba tan pálida como el mármol. Val se puso de rodillas junto a él, abriendo la caja plateada y sacando su ensangrentado tesoro. Estaba frío y se le resbaló entre los dedos cuando lo colocó en la húmeda y abierta herida del pecho. La sangre del suelo se había secado en manchas negras que se rompieron en láminas donde ella había pisado y su estómago se revolvió ante la visión.
Levantó la mirada hacia Luis y él debió ver algo en su cara, porque pateó una pila de libros, levantando remolinos de polvo en el aire. Ninguno dijo nada mientas los momentos pasaban, cada uno sabiendo ya que era demasiado tarde.
Las lágrimas se le secaron en las mejillas y ninguna más llegó. Creía que debía gritar o sollozar, pero ninguna de esas cosas parecía expresar el creciente vacío de su interior.
Val se inclinó hacia abajo, dejando que sus dedos se deslizaban a través del suave cabello de Ravus, apartándole mechones vagabundos de la cara. Debía haber despertado al dejar de ser de piedra, despertado a una cámara vacía y un terrible dolor. ¿La había llamado? ¿La había maldecido cuando comprendió que le había dejado morir solo?”
8
“Dice, "Por favor, reúnete conmigo esta noche en los columpios detrás de tu escuela. Tengo algo que darte".
—¿Cómo sabe que hay columpios detrás de la escuela? —Ruth se sentó, claramente asombrada.
Val se encogió de hombros.
—Quizás el cuervo se lo haya dicho.
—¿Qué crees que va a darte? —preguntó Ruth—. ¿Un poco de ardiente acción troll?
—Eres tan asquerosa. Tan, tan, tan vil —chilló Val, lanzando más papeles hacia ella, esparció su trabajo completamente.”
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