miércoles, 13 de julio de 2011

“Percy Jackson y Los dioses Del Olimpo III: La Maldición del Titán” de Rick Riordan.



Título: “Percy Jackson y Los dioses Del Olimpo III: La Maldición del Titán”
Título Original: “Percy Jackson & the Olympians III: The Titan’s Curse”
Autor: Rick Riordan.
Editorial: Salamandra.
Año de Publicación: 2007.
Género: Literatura Fantástica, Aventura.




Ante la llamada de socorro de su amigo el sátiro Grover, Percy acude inmediatamente en su auxilio. Y aunque va acompañado de Annabeth y Thalia, las dos semidiosas que son sus aliadas, ninguno imagina la sorpresa que los aguarda: una terrible mantícora pretende secuestrarlos y llevarlos ante el general enviado por Cronos, el diabólico señor de los titanes. Sin embargo, gracias a la ayuda de las cazadoras de Artemisa, Percy y sus aliadas logran escapar y volver al campamento mestizo. Una vez allí, emprenderán la búsqueda del monstruo que puede provocar la destrucción del Olimpo, a pesar de que, según la profecía del Oráculo, sólo uno de ellos logrará resistir la maldición del titán.



Les puedo asegurar que este es mi favorito, y bueno no solo porque aquí Artemisa, mi diosa favorita aparece, no -Bueno, sí Hahaha, pero igual- nos adentramos al mundo de los titanes que fueron derrocados por los dioses del Olimpo, pero en uno especial, Atlas, aquel que fue el general de Cronos en la época de Oro, antes de los Olímpicos.


Ahora si, entrando en tema:

Grover ha sido enviado a reclutar a semidioses que aún no saben que lo son, para que ayuden al campamento mestizo a defenderse contra las fuerzas crecientes del ejército de Cronos. Grover encuentra dos semidioses en una escuela militar, y las cosas se complican completamente cuando Percy, Annabeth, Thalia y Grover, se tienen que enfrentar contra una mantícora que al parecer quiere reclutar a aquellos mestizos.

Pero Artemisa, la diosa de la caza aparece, junto con su grupo de cazadoras, la mantícora huye, pero no logra llevarse a los mestizos, pero si a Annabeth.

Artemisa, parte en la búsqueda del General, pero esta desaparece, así que dos cazadoras, dos semidioses y Grover, parten en la búsqueda de la diosa cautiva y su amiga desaparecida.

Todos sabían que este iba a ser un viaje lleno de peligros-ya que el Oráculo, así lo había predicho- pero nunca se imaginaron, en especial Percy, que se encontraría cargando el peso del mismísimo cielo.


Este libro está buenísimo! Se que siempre digo eso, pero es bueno recalcarlo en un libro que se merece mil estrellas!



Una de mis partes favoritas es cuando Percy y Thalía, pierden el control y empiezan a luchar entre ellos, Percy, con los poderes del agua heredados de su padre Poseidón, y Thalía con sus poderes de Rayo-por su padre Zeus- y su escudo de Medusa. Ya imaginaran como es de emocionante la cosa, sencillamente sensacional. XD

Otra cosa que me gusto mucho, fue la maldición que tenía el Titán Atlas, aquella a la cual lo sentenciaron los dioses por apoyar a Cronos, el cargar el peso del Cielo eternamente! Ósea eso si que es un castigo! Mis respetos a los dioses que si saben como castigar! Y bueno, esta historia nunca la había escuchado; este es otro de los motivos por lo que me gusta esta saga, que narra muchos mitos y describe muchos monstruos de los cuales yo no tenía la menor idea. Habrá que esperar a los dos libros restantes para ver con que otra información me ilumina!

Y bueno, la identidad del padre de Bianca y Nico, yo me la imaginé, cuando Bianca mató al esqueleto así de fácil, y acerté. Hahaha.

Me encantó cuando Percy habla con Afrodita, y esta dice que lo que tienen Annabeth y él, es trágico como la historia de Paris y Elena, y cuando Percy le dice que por el amor de estos, murieron miles de personas, Afrodita dice que eso son cosas sin importancia. Hahaha, buenísimo.


Este libro está buenísimo, enserio. Se los recomiendo y que lo disfruten!



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1
“—¡Argggg! —Me dio un empujón y recibí una descarga tan intensa que me lanzó tres metros más allá, directo al centro del arroyo.
Varios campistas ahogaron un grito y un par de cazadoras contuvieron la risa.
—¡Perdona! —se disculpó Thalia, palideciendo—. No pretendía...
Sentí la cólera rugiendo en mi interior, y de repente surgió una ola del arroyo y fue a estrellarse en la cara de Thalia, que quedó empapada de pies a cabeza.
—Ya —refunfuñé mientras me ponía en pie—. Yo tampoco quería...
Thalia jadeaba de rabia.
—¡Ya basta! —terció Quirón.
Pero ella blandió su lanza.
—¿Quieres un poco, sesos de alga?
Que Annabeth me llamase a veces así estaba bien, o al menos ya me había acostumbrado, pero oírselo decir a Thalia no me sentó nada bien.
—¡Venga, tráela para aquí, cara de pino!
Alcé mi espada, pero antes de que pudiera defenderme, Thalia dio un grito y al instante cayó un rayo del cielo que chisporroteó en su lanza, como si fuese un pararrayos, y me golpeó directamente en el pecho.
Me desmoroné con estrépito. Noté olor a quemado y tuve la sensación de que era mi ropa.
—¡Thalia! —rugió Quirón—. ¡Ya basta!
Me levanté y ordené al arroyo entero que se alzase. Cientos de litros de agua se arremolinaron para formar un enorme embudo helado.
—¡Percy! —suplicó Quirón.
Estaba a punto de arrojárselo encima a Thalia cuando vi algo en el bosque. Mi cólera y mi concentración se disolvieron al instante, y el agua cayó chorreando en el lecho del arroyo.”

2
“—El cielo —le dije a la diosa—. Déjamelo a mí.
—No, chico —respondió Artemisa. Tenía la frente perlada de un sudor metálico como el
mercurio—. No sabes lo que dices. ¡Te aplastaría!
—¡Annabeth lo sostuvo!
—Y ha sobrevivido por los pelos. Ella contaba con el temple de una auténtica cazadora. Tú
no resistirás tanto.
—Igualmente voy a morir —repuse—. ¡Déjame a mí el peso del cielo!
No aguardé a que respondiera. Saqué a Contracorriente y corté sus cadenas. Luego me situé
a su lado y me preparé para resistir con una rodilla en el suelo. Alcé las manos y toqué
las nubes frías y espesas. Por un momento, sostuvimos juntos el peso. Era lo más pesado
que había aguantado en mi vida, como si mil camiones me estuvieran aplastando. Pensé que
iba a desmayarme de dolor, pero respiré hondo.
«Soy capaz de hacerlo.»
Entonces Artemisa se zafó de la carga y la sostuve yo solo.
Más tarde, he intentado muchas veces describir aquella sensación y no lo he logrado. Cada
músculo de mi cuerpo se volvió de fuego. Era como si los huesos se me estuvieran
derritiendo. Quería gritar, pero no tenía fuerzas ni para abrir la boca. Empecé a ceder
poco a poco. El peso del cielo me aplastaba.
«¡Resiste! —dijo la voz de Grover en mi interior—. ¡No te rindas!»
Me concentré en la respiración. Si lograba sostenerlo unos segundos más... Pensé en
Bianca, que había dado su vida para que nosotros llegáramos allí. Si ella había sido
capaz de semejante sacrificio, yo tendría que serlo de sostener aquel peso.”

3
“—Estrellas —murmuró—. Las veo otra vez, mi señora.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Artemisa.
—Sí, mi valerosa amiga. Están preciosas esta noche.
—Estrellas —repitió Zoë. Sus ojos se quedaron fijos en el cielo y ya no se movió más.
Thalia bajó la cabeza. Annabeth se tragó un sollozo y su padre le puso las manos en los
hombros. Artemisa hizo un cuenco con la mano y cubrió la boca de Zoë, al tiempo que decía unas palabras en griego antiguo. Una voluta de humo plateado salió de los labios de la cazadora y quedó atrapada en la mano de la diosa. El cuerpo de Zoë tembló un instante y desapareció en el aire.
Artemisa se incorporó, pronunció una especie de bendición, sopló en su mano y dejó que el polvo plateado volara hacia el cielo. Se fue elevando, centelleó y se desvaneció por fin.
Durante un momento no ocurrió nada. Entonces Annabeth ahogó un grito. Levanté la vista y vi que las estrellas se habían vuelto más brillantes y formaban un dibujo en el que nunca había reparado: una constelación rutilante que recordaba la figura de una chica... de una chica con un arco corriendo por el cielo.
—Que el mundo aprenda a honrarte, mi cazadora —dijo Artemisa—. Vive para siempre en las estrellas.”



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