sábado, 13 de agosto de 2011

Extractos de "Canción de Hielo y Fuego 1: Juego de Tronos" de George R.R. Martin.






1
“El lobo de Bran le había salvado la vida, pensó con amargura. ¿Qué había dicho Jon al encontrar los cachorros en la nieve? «Estos cachorros están destinados a vuestros hijos, mi señor.» Él había matado a la loba de Sansa, y ¿por qué? ¿Era culpa aquello que sentía? ¿O miedo? Si los dioses habían enviado a aquellos lobos, ¿qué locura había cometido?”

2
“Ser Alliser Thorne salió de la habitación, tan rígido como si tuviera una daga clavada en el culo.”

3
“—El frío —replicó Gared con certeza férrea—. Vi a hombres morir congelados el pasado invierno, y también el anterior, cuando era casi un niño. Todo el mundo habla de nieve de quince metros de espesor, y de cómo el viento gélido llega aullando del norte, pero el verdadero enemigo es el frío. Se echa encima de uno más sigiloso que Will, al principio se tirita y castañetean los dientes, se dan pisotones contra el suelo, y se sueña con vino caliente y con una buena hoguera. Y quema, vaya si quema. No hay nada que queme como el frío. Pero sólo durante un tiempo. Luego se mete dentro y empieza a invadirlo todo, y al final no se tienen fuerzas para combatirlo. Es más fácil sentarse, o echarse a dormir. Dicen que al final no se siente ningún dolor. Primero se está débil y amodorrado, y todo se vuelve nebuloso, y luego es como hundirse en un mar de leche tibia. Como muy tranquilo todo.”

4
“En medio del bosquecillo, un arciano viejísimo se alzaba junto a un estanque pequeño de aguas negras y frías. Ned lo llamaba «el árbol corazón». La madera del arciano era blanca como el hueso, con hojas de un rojo oscuro que pendían como un millar de manos ensangrentadas. En el tronco había una cara tallada, con rasgos alargados y melancólicos, y los ojos enrojecidos de savia seca, extrañamente atentos. Aquellos ojos eran viejos, muy viejos; más viejos que la mismísima Invernalia.”

5
“—Debe aprender a enfrentarse a sus miedos. —Ned frunció el ceño—. No va a tener tres años toda la vida. Y se acerca el invierno.
—Es verdad —asintió Catelyn.
Aquellas palabras le provocaron un escalofrío, como siempre. Eran el lema de los Stark. Todas las familias nobles tenían un lema. Y esas consignas familiares, piedras de toque, aquella especie de plegarias, eran alardes de honor y gloria, promesas de lealtad y sinceridad, juramentos de valor y fidelidad... Todos menos el de los Stark. El lema de los Stark era: «Se acerca el Invierno». Catelyn reflexionó sobre lo extraños que eran aquellos norteños. No era la primera vez que lo hacía.”

6
“¿Sabes qué se dice del rey y su Mano?
—Lo que el rey sueña, la Mano lo crea. —Ned lo sabía.
—Una vez me llevé a la cama a una pescadera que me contó que el pueblo llano tiene una versión mejor del dicho. Dicen que el rey come y la Mano limpia la mierda.
Echó la cabeza hacia atrás en una estruendosa carcajada.”

7
“Recuerda bien lo que te digo, chico. Todos los enanos pueden ser bastardos, pero no todos los bastardos son necesariamente enanos.”

8
“A su madre le aterraba pensar que algún día Bran se caería de un muro y se mataría. Él le decía que no, pero ella no le creía. Una vez consiguió que le prometiera que no volvería a trepar. El niño se las arregló para mantener su promesa durante quince largos días; en todos se sintió profundamente desgraciado, hasta que una noche salió por la ventana de su dormitorio mientras sus hermanos estaban sumidos en un profundo sueño.
Al día siguiente, atormentado por el remordimiento, confesó su crimen. Lord Eddard le ordenó que fuera al bosque de dioses para purificarse. Puso a varios hombres de guardia, para asegurarse de que Bran pasaba la noche allí a solas reflexionando sobre su desobediencia. Lo encontraron durmiendo a pierna suelta entre las ramas más elevadas del centinela más alto del bosquecillo.
Su padre se enfadó, pero no pudo contener una carcajada.
—No eres hijo mío —dijo a Bran cuando consiguieron bajarlo—. Eres una ardilla. Pues bien, así sea. Si quieres trepar, trepa, pero que no te vea tu madre.”

9
“La yegua color gris plata tenía un trote suave como la seda; la multitud se abrió para dejarles paso, todos los ojos estaban clavados en ella. Dany se sorprendió a sí misma moviéndose mucho más deprisa de lo que había pretendido, pero era una sensación más emocionante que aterradora. La yegua cambió a un trote rápido, y Dany sonrió. Los dothrakis le abrían camino. La más leve presión de sus piernas, el menor toque de riendas, y la yegua respondía. La puso al galope, y los dothrakis empezaron a aclamarla, a reír y a gritar mientras se apartaban de su trayectoria. Al dar media vuelta para emprender el regreso, se encontró con que una hoguera ardía en su camino. Imposible desviarse a un lado o al otro, y tampoco tenía espacio para detenerse. Una osadía que jamás había sentido invadió a Daenerys, que espoleó a su montura.
La yegua plateada saltó las llamas como si tuviera alas.
—Di a Khal Drogo que me ha regalado el viento —pidió al magíster Illyrio cuando se detuvo ante él.
El obeso pentoshi se acarició la barba amarilla y repitió sus palabras en dothraki, y por primera vez Dany vio sonreír a su esposo.”

10
“—Dama —dijo, saboreando el nombre.
No había prestado mucha atención a los nombres elegidos por sus hijos para los huargos, pero en aquel momento se dio cuenta de que Sansa había estado acertada. Dama era la más pequeña de la camada, la más bonita, la más dulce y confiada. Lo miraba con brillantes ojos dorados mientras él le acariciaba el pelaje espeso y gris.



—Todos mentimos —dijo su padre—. ¿O de verdad piensas que me creí que Nymeria escapó?
—Jory me prometió que no se lo contaría a nadie. —Arya se había sonrojado.
—Y mantuvo su palabra —dijo él con una sonrisa—. No necesito que me cuenten ciertas cosas. Hasta un ciego vería que esa loba jamás te habría abandonado por su voluntad.
—Tuvimos que tirarle piedras —sollozó Arya—. Le dije que se fuera, que era libre, que ya no la quería. Que se marchara a jugar con otros lobos, los oíamos aullar y Jory dijo que en los bosques había muchos animales, así que podría cazar y comer ciervos. Pero aun así me seguía, y al final tuvimos que tirarle piedras. Yo le di dos veces. Lloró y me miró de una manera que me hizo sentir mucha vergüenza, pero era lo que tenía que hacer, ¿verdad? Si no, la reina la habría matado.
—Era lo que tenías que hacer —le aseguró su padre—. Y hasta en aquella mentira... había cierto honor.”

11
“¿Te has fijado en el hijo de Mace Tyrell? El Caballero de las Flores. De un hijo así cualquiera estaría orgulloso. En el último torneo hizo caer al Matarreyes sobre su dorado culo, tendrías que haber visto la cara que puso Cersei. Me reí hasta que me dolió todo.”

12
“Estaba sentado en la inmensa silla antigua de Aegon el Conquistador, una monstruosidad de hierro labrado con púas, bordes serrados y metales retorcidos. Tal como le había advertido Robert, era el asiento más incómodo que se podía concebir, y más en aquellos momentos, cuando la pierna destrozada no dejaba de palpitarle. A medida que pasaban las horas, el hierro sobre el que se sentaba se había vuelto cada vez más duro, y el acero dentado del respaldo le impedía apoyarse. «Un rey no debe sentarse cómodo jamás», había dicho Aegon el Conquistador al ordenar a sus armeros que forjaran un trono con las espadas de sus enemigos caídos. Ned, malhumorado, maldijo a Aegon por su arrogancia. Y a Robert por marcharse de caza.”

13
“—Dama —susurró Sansa mientras se sentaba en la cama. Por un momento fue como si la loba estuviera en la habitación, mirándola con sus ojazos dorados, tristes y sagaces. Comprendió que había estado soñando. En el sueño Dama la acompañaba, corrían juntas, y... y... Tratar de recordar era como intentar atrapar lluvia con los dedos. El sueño se esfumó, y Dama murió de nuevo.”

14
“—¿No contáis con mi ira, Lord Stark? —preguntó la reina con tono suave mientras se levantaba. Le escudriñó el rostro con los ojos—. Debisteis quedaros vos con el reino. Pudisteis hacerlo. Mi hermano Jaime me contó que lo encontrasteis en el Trono el día en que cayó Desembarco del Rey y lo obligasteis a bajar. Aquélla era vuestra ocasión. Sólo teníais que subir y sentaros. Qué gran error.
—He cometido más errores de los que podéis imaginar —dijo Ned—, pero ése no fue uno de ellos.
—Claro que lo fue, mi señor —insistió Cersei—. Cuando se juega al juego de tronos sólo se puede ganar o morir. No hay puntos intermedios.”

15
“—¡Corona! —rugió—. Aquí. ¡Una corona para Rey del Carro! —Y puso el caldero en la cabeza del hombre que había sido su hermano.
El sonido que emitió Viserys Targaryen cuando aquel espantoso yelmo de hierro le cubrió la cara no fue humano. Sus pies marcaron un ritmo frenético en el suelo de tierra, se agitaron y al final se detuvieron. Sobre el pecho le cayeron goterones de oro fundido, y la seda escarlata empezó a humear... pero no se derramó ni una gota de sangre.
Dany se sentía extrañamente tranquila.
«No era un dragón —pensó—. El fuego no mata a un dragón.»”

16
“Abrir los ojos es lo único necesario. El corazón miente y la mente engaña, pero los ojos ven. Mira con los ojos. Escucha con los oídos. Saborea con la boca. Huele con la nariz. Siente con la piel. Y sólo luego piensa, y así sabrás la verdad.”

17
“Recordando el día en que cuatro guardias de su padre volvieron del sur con los huesos de Dama.
Verano, Viento Gris y Peludo habían empezado a aullar aun antes de que cruzaran el puente levadizo, y su aullido era triste, desolador. A la sombra del Primer Torreón había un pequeño cementerio donde los antiguos Reyes del Invierno habían enterrado a sus sirvientes más fieles. Allí enterraron ellos a Dama, mientras sus hermanos de camada caminaban entre las tumbas como sombras inquietas. Se había ido al sur, y sólo habían regresado sus huesos.”

18
“Una vez el Septon Supremo me dijo que el sufrimiento es el precio que pagamos por nuestros pecados. Si eso es cierto, decidme, Lord Eddard... ¿por qué son siempre los inocentes los que más sufren cuando vosotros, los grandes señores, jugáis al juego de tronos?”

19
“—Dime una cosa, Jon: si llegara un día en que tu padre tuviera que elegir entre su honor por un lado, y sus seres amados por otro, ¿qué haría?
Jon titubeó. Le habría gustado decir que Lord Eddard jamás se deshonraría, ni siquiera por amor, pero una vocecita dentro de él le susurraba: «Engendró un bastardo, ¿eso es honorable? Y tu madre, ¿qué pasa con su deber para con ella? Ni siquiera menciona su nombre».
—Haría lo correcto —dijo... muy alto, como para compensar la vacilación—. Pasara lo que pasara.
—Entonces Lord Eddard es un hombre entre diez mil. La mayoría no somos tan fuertes. ¿Qué es el honor, comparado con el amor de una mujer? ¿Qué es el deber, comparado con el calor de un hijo recién nacido entre los brazos, o el recuerdo de la sonrisa de un hermano? Aire y palabras. Aire y palabras. Sólo somos humanos, y los dioses nos hicieron para el amor. Es nuestra mayor gloria, y nuestra peor tragedia.”

20
“—¿Por qué yo? —preguntó, inclinando la cabeza a un lado—. ¿Por qué no envías a mi tío? ¿O a Ser Addam, o a Ser Flement, o a Lord Serrett? ¿Por qué no envías a un hombre... más grande?
—Tú eres mi hijo —dijo Lord Tywin levantándose bruscamente.
Entonces fue cuando se dio cuenta.
«Lo das por perdido —pensó—. Hijo de la gran puta, crees que Jaime se puede dar por muerto, así que soy lo único que te queda.» Tyrion hubiera querido abofetearlo, escupirle a la cara, sacar la daga y arrancarle el corazón para ver si estaba hecho de oro viejo y duro, como decía el pueblo llano. Pero se quedó allí.”

21
“«Ahora —se dijo—. Ahora.» Por un momento vio a Khal Drogo ante ella, a lomos de su semental de humo, con un látigo de fuego en la mano. Él sonrió, y lo hizo restallar siseante contra la pira.”


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