Un pedaso de pastel: La piel que habito

Título: La piel que habito
Género: Drama
País: España
Año: 2011
Dirección: Pedro Almodóvar
Producción: Agustín Almodóvar, Esther García Rodríguez
Guión: Pedro Almodóvar (Basado en la novela Tarántula de Thierry Jonquet)
Reparto: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Blanca Suárez, Jan Cornet, Roberto Álamo.

Hola, la nueva colaboradora del blog trae una nueva reseña cinematográfica, espero que sea de su agrado y puedan disfrutar mucho la película y mis opiniones. Saludos.

Desde que su mujer sufrió quemaduras en todo el cuerpo a raíz de un accidente de coche, el doctor Robert Legard, eminente cirujano plástico, ha dedicado años de estudio y experimentación a la elaboración de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla; se trata de una piel sensible a las caricias, pero que funciona como una auténtica coraza contra toda clase de agresiones, tanto externas como internas. Para poner en práctica este hallazgo revolucionario es preciso carecer de escrúpulos, y Ledgard no los tiene. Pero, además, necesita un conejillo y un cómplice. Marilia, la mujer que lo cuidó desde niño, es de una fidelidad perruna: nunca le fallará. El problema será encontrar el conejillo humano.

En las películas de este director existen ciertos temas que toca con cierta regularidad, uno de esos temas es la transexualidad y aquí Almodóvar la desenvuelve de una manera clara y cruda sin ningún tipo de censura o freno, muy al estilo del cine español. Nos muestra a Robert Legard (interpretado por Antonio Banderas), un distinguido cirujano plástico con una gran credibilidad pero sin ningún tipo de escrúpulos o compasión; este personaje en todo el momento de la película el director lo muestra como una persona deshumanizada y para humanizarlo, hacerlo bueno o que al espectador no le desagrade tanto le involucra el amor hacia Vera, aquel muchacho flaco que decide herir a su hija y como venganza Robert lo convierte en el conejillo humano del que habla la sinopsis para desarrollar su proyecto médico que también es científico dándole aires del típico “científico loco” de muchas películas como el doctor Emmett Brown en “Volver al futuro”, o el icónico Viktor Frankenstein en la novela del mismo nombre escrita por Mary Shelley.

Aquella Vera hermosa y perfecta no era otra que Vicente, un muchacho que la hija de Robert conoce en una fiesta pero que intenta violarla, era el objetivo perfecto para su experimento, además de tener las condiciones anatómicas ideales; podría cobrar venganza y eliminar dos pájaros de un solo tiro. Robert secuestra a Vicente y lo encarcela en pésimas condiciones y al suicidarse su hija, tal cual como sucede con su esposa, decide hacerle la operación de cambio de sexo, además de la adhesión de hormonas femeninas y más cirugías a lo largo de seis años que lo fueran transformando poco a poco en Vera, la mujer que se convierte en la representación de su esposa (al menos por fuera) y por ende conquista su corazón. A Robert lo persiguen muchos enemigos llenos de envidia que quieren verlo fracasado, si bien es cierto que su delito fue muy grande y las posteriores acciones que lo llevaron a completar su experimento también es una persona muy inteligente y hábil de profundos conocimientos y con un extraño poder para persuadir y manipular a las personas que definitivamente se convierte en su herramienta para lograr sus objetivos. Uno de esos enemigos consigue información en los diarios locales de un secuestro años antes a un muchacho llamado Vicente y este personaje se reúne con Vera, ella a su vez cae en cuenta de lo que ha pasado en su vida y de lo que han hecho con él/ella, para ser un poco más astuta que el maniático medico decide una noche seducirlo y meterse en la cama con él, Robert cae quizás por amor o por tentación o quizás por probar en primera persona el resultado de su juego científico y es aquí cuando Vera le clava la bala que le daría su libertad.

El director utiliza mucho el plano americano, mostrándonos cara a cara las acciones de estos personajes maquiavélicos. Además de los bellos escenarios de Toledo que se prestaron como escenografía para la película. También la fotografía se destaca sobretodo en tomas abiertas dentro de la filmación. La película, sin duda nos enseña que por mucho que pasen los años, cambien las cosas o evolucionemos siempre llegará el momento de pagar las facturas por nuestras acciones, sean buenas o malas. Los invito a disfrutar del arte del cine y mirar más allá de las películas comerciales que llenan las salas de cine hoy en día, el séptimo arte es una ventana hacia muchos mundos llenos de muchas cosas que nos podrían sorprender con la visión de los directores y productores los cuales se convierten en verdaderos artistas.

Y ustedes que opinan ¿ya se vieron la película? ¿Qué tal les pareció? Y si no la han visto ¿Le darían una oportunidad?¡COMENTEN!